En ocasiones anteriores, hemos hablado un poco sobre cómo nos sentimos cuando deseamos tanto algo y sentimos que vamos en un camino completamente opuesto a ese sueño. Y si bien, es importante comprender que no podemos estresarnos por situaciones que se salen de nuestro control, en miestilo.co quisimos profundizar en el tema para comprender un poco más a qué se debe la frustración que sentimos cuando no obtenemos la respuesta que esperamos o anhelamos.
De la teoría a la práctica: un poco sobre la Teoría de Sistemas
Según el Portal de Psicología online “El comportamiento de un sistema biológico depende de su naturaleza física y de las condiciones del entorno donde tiene lugar éste. Estos elementos proporcionan el número de comportamientos permitidos -grados de libertad- que pueden darse”. Es decir, “todos somos diferentes y dependemos de nuestra crianza, cultura entorno y formación desde niños”, sí, es algo que suena más obvio ¿no crees? pero, si es tan obvio ¿por qué nos alteramos cuando vemos o recibimos una reacción/ respuesta que no esperamos o queremos? ¿curioso, no?
En realidad no es fácil explicar las causas de enojo o desilusión cuando no logramos lo que queremos, por ejemplo, la propuesta de noviazgo rechazada; cuando recibimos el correo del “recruiter” o analista de Gestión Humana explicando que prefirieron a otra persona para la vacante; y así, múltiples situaciones en las cuales la preparación suele ser poca o nula. Lo que lo hace complejo es una serie de características que si bien compartimos, no quiere decir que rija y direccione nuestro comportamiento al 100% y a continuación te lo explicaremos:
La percepción
Es el primer conocimiento que tenemos de un objeto, persona o situación y su resultado depende tanto del accionar del objeto o persona en cuestión, así como de los valores y premisas que nosotros tengamos al respecto. Un ejemplo muy común que ilustra dicha situación se da con frases como “Cuando te vi por primera vez, me caíste mal”, “cuando hablé más contigo, me caíste mejor”. La percepción también va de la mano con estigmas y prejuicios que nos han infundado o hemos aceptado con el paso de los años y la interacción que tenemos con el entorno. Acá no se trata de ver lo que es negativo o positivo, sino de estar en la capacidad de reconocer que los escenarios en los que crecemos y nos desenvolvemos pueden influenciar cómo reaccionamos.
La percepción hace que ya tomemos una postura frente a ese objeto o situación, por ende existe una predisposición frente a ello; lo complejo es que asumamos que esa es la única verdad y que no puede ser diferente, cuando ya cambia o choca con lo que tenemos establecido, se presenta esa situación de molestia, enojo o frustración porque se derribó el imaginario que inconscientemente habíamos construido.
La idealización
En un caso extremo, idealizar a alguien es considerarlo un modelo de perfección, exagerando las virtudes de esa persona y pasando por alto sus cualidades menos positivas. De esta forma generamos una imagen bastante alejada de la realidad que puede complicar nuestra relación con el individuo idealizado. El problema de la idealización va apareciendo cuando nos enfrentamos con la realidad, y dependiendo de nuestra personalidad y estabilidad emocional, puede ocasionar una sensación de malestar que se disipa rápidamente o ser una situación en la que sentimos el fin del mundo.
¿Por qué no sentimos o pensamos lo mismo?
La afectación emocional que nos generan las experiencias reactivas dependen de la valoración subjetiva que tenga el suceso para nosotros desde cómo nos afecta a nivel personal y es asociada con consecuencias inmediatas o futuras que podrán ser positivas o negativas, trascendentes o intrascendentes, simples o complejas, agradables o desagradables, etc., y que se manifiestan en forma de emociones. Podemos compartir similitudes en gustos y comportamientos, pero eso no garantiza nunca que nuestra forma de pensar sea igual.
Aunque sabemos que es difícil, en cualquier momento o camino de nuestras vidas se presentarán situaciones en las que no recibiremos la respuesta o reacción esperada, y es importante entender y respetar dicha respuesta aunque no la compartamos. La puerta siempre estará abierta al diálogo, pero para reflexionar, no para imponer. Si te sientes agobiada por la situación, te recomendamos unos tips que pueden ayudarte.
Si has llegado hasta este punto ¡gracias! ❤️ en mi estilo.co siempre tenemos espacios abiertos a la opinión, y nos gusta compartir algunas. Es importante aclarar que tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento, nos basamos en experiencias personales y algunas consultas profesionales, nada más. Te invitamos a acudir a un psicólogo o profesional en el tema si deseas asesoría en particular.